jueves, 15 de octubre de 2009

martes, 13 de octubre de 2009

La Pared

Una chica de unos 16 años, subida a hombros de un hombre fornido, dibuja el contorno de sus dedos sobre la pared caliza, aprieta su mano mientras sopla el pigmento rojizo con cuidado. La oscuridad es casi total aunque los ojos se han acostumbrado a ella, la luz del día quedó fuera, el sol sólo es una idea aquí, igual que en la noche, un recuerdo, un presagio de claridad que intuimos permanecerá en su lugar. La chica sopla tres veces, un soplo, coger aire, otro soplo, coger aire y volver a soplar.
El hombre fuerte apenas siente el peso, siente el contacto en sus hombros, mientras agarra las rodillas con sus manos que hoy no dejarán su impronta sobre la pared, hoy no es su día aunque el día sólo sea una ilusión que ha dejado atrás.
La chica retira con cuidado sus dedos de la pared, y observa o casi intuye su obra, su inmortalidad ya está asegurada, la pared caliza y la atmósfera la preservarán y le darán larga vida, después se acerca su mano a los ojos, vuelve a mirar a la pared, y se reconoce en ella.
Al final de la clase, una chica de 16 años no atiende al profesor, cierra los ojos fuertemente hasta que su mente se llena de oscuridad. Dibuja el contorno de su mano sobre la hoja en blanco de un bloc cuadriculado. Pone cuidado en ello, lentamente va pasando de un dedo a otro, hasta completar el dibujo. La blancura del bloc le hace daño al abrir los ojos, observa su obra y se reconoce en ella, sabe que todo lo que es está en esa mano dibujada, sabe que es frágil como la hoja de papel, vuelve a cerrar los ojos y piensa que viene de muy lejos.